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¿Qué es el curado de la marihuana y por qué es importante?

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Quién más y quién menos a estas alturas de la temporada ya habrá cosechado algunas de sus plantas de exterior. Salvo las variedades sativas que se pueden ir hasta incluso mayo, es éste mes de abril cuando se cosechan la gran mayoría de variedades. Así que para dar por concluido el cultivo, tan sólo faltará secar, además del no menos importante proceso de curado. ¿Pero es realmente necesaria curar la marihuana?

De marihuana verde a marihuana seca

Cualquiera que haya fumado un cogollo secado con prisa, no podrá negar el sabor «a pasto», palabra muy común para mencionar a ése sabor fuerte y a clorofila. Es algo normal, ya que las plantas en toda su masa vegetal acumulan nutrientes que lentamente se irán degradando. El color verde que se debe a la clorofila y a su relación con el nitrógeno, se irá perdiendo y volviéndose más pálido. O el potasio causante del efecto de chisporroteo de un porro encendido, también se irá perdiendo.

Durante el secado, todos estos nutrientes se irán degradando. Suele durar entre una y cuatro semanas, dependiendo principalmente de la temperatura y la humedad. Una vez la marihuana está seca cuando aproximadamente ha perdido el 75% de su humedad. Entonces se da por concluida esta fase. Si el secado es corto, serán pocos los nutrientes que se consigan degradar. Con un secado más largo, lógicamente serán más. Una hierba con un mes de secado, aunque tendrá un sabor a verde, será más suave y se dejará fumar bastante mejor.

Una vez los cogollos estén secos, se debe proceder a su envasado para que no continúen secándose en exceso. O por si se da el caso de un pico de humedad, no vuelvan a humedecerse y adquirir de nuevo un tacto gomoso. Ésto también puede ser una causa para la aparición de hongos tras la cosecha. Pero antes de su conservación, llegará el momento del curado, que no deja ser una conservación con ligeros matices.

El curado

Durante el curado, se continuará degradando el contenido de la materia vegetal, se intensificarán los aromas y comenzará el proceso de descarboxilación. En resumidas cuentas, un cogollo al igual que un buen vino o un buen queso, irá ganando lo que se llama «cuerpo». Y todo ésto irá siempre en beneficio de nuestras papilas gustativas, de nuestras gargantas al conseguir un sabor más suave, y por supuesto en nuestros psicoactivos cerebros.

Para curar la marihuana, simplemente la meteremos en los recipientes en donde tengamos pensado conservarla. Sin duda la mejor opción son recipientes de materiales como vidrio, acero inoxidable o pvc. Éstos dos últimos, preferiblemente que sean de calidad alimentaria para que no aporten malos olores. En el caso del vidrio, siempre conviene esterilizarlos en agua hirviendo o en el microondas, sobretodo si son reciclados y su contenido anterior ha dejado fuertes olores.

La humedad que aún conservan en su interior los cogollos, se irá distribuyendo por todo el interior del recipiente. Llega a ser habitual que después de unas horas, los cogollos hayan perdido su tacto crujiente y estén algo gomosos. Si ésto fuese excesivo, debemos retirarlos del bote y secarlos un poco más antes de proceder de nuevo a introducirlos en el bote. Durante aproximadamente un mes, abriremos el bote un par de veces al día durante unos 5 minutos para que se ventilen. Siempre es interesante de cuando en cuando retirar algunos de los cogollos más grandes e inspeccionarlos.

Un curado de un mes es suficiente para después conservar los cogollos todo el tiempo necesario. Ya no será necesario abrir los botes a diario, salvo cuando se quiera disfrutar del trabajo obtenido tras meses de cuidado.