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¿Qué es la marihuana poliploide?

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La marihuana poliploide es una mutación genética, que se puede dar por accidente o con un alcaloide llamado colchicina, crea cogollos y hojas muy grandes que generan todo un espectáculo visual para los amantes del cannabis. Tener plantas de este tipo en casa es cuestión de suerte, ya que aunque usemos colchicina los resultados pueden no ser los esperados. Aún así, siempre nos quedan las imágenes que cuelgan en las redes sociales aquellos cannabicultores que se han visto sorprendidos por este fenómeno.

Seguro que alguna vez los has visto pero no sabías su procedencia. Esos cogollos de cannabis de tan gran tamaño que parecen varias copas en una, que parece que van a estallar de un momento a otro y de los que te preguntas cuál es su genética, tienen un nombre quizá difícil de recordar pero que siempre debemos tener presente. Hablamos de la marihuana poliploide, una planta excepcional que se produce por un extraño fenómeno natural.

Mutación genética

El término poliploide hace referencia al poliploidismo, una mutación genética por la que hay más cadenas de cromosomas en la marihuana o en cualquier otra especie vegetal, lo que hace que el número de células sea mayor y que por tanto las plantas crezcan y parezcan más espléndidas. Estas variedades se contraponen a las diploides, que solo tienen dos pares de cromosomas y que son las más habituales. En concreto, las plantas de cannabis tienen normalmente 10 pares de cromosomas.

Aunque todo cultivador se llevará una gran alegría si se encuentra con una de estas enormes cepas, debemos saber que esta mutación no es hereditaria. Ni siquiera si cruzamos una planta de estatura normal con otra poliploide tendremos la certeza de haber generado una nueva de tamaño mayor. Para obtener la marihuana poliploide hay que echar mano de algunos trucos.

La colchicina, el alcaloide rey en el poliploidismo

El poliploidismo ocurre en la naturaleza desde tiempos inmemoriales y los botánicos llevan décadas investigando en el laboratorio este fenómeno de multiplicación de cromosomas. Por ejemplo, con el uso de la colchicina, un compuesto químico alcaloide que sirve para obtener esta característica tan atractiva de las plantas. 

En concreto, lo que hace la colchicina es interrumpir la división celular, conocida como mitosis. Interviene en ella y deja de fabricar células diploides para empezar con células tetraploides, que hacen que la planta y sus flores, tallos, hojas (estas últimas en ocasiones deformadas)… crezcan más. Lo que todavía no está tan claro es que los cogollos sean de mayor calidad. Hay quien asegura que sí, que utilizando este alcaloide se incrementa la cantidad de THC, pero no todos los cannabicultores están de acuerdo. En lo que sí coinciden todos es al señalar que el espectáculo a la vista es alucinante.

La ingesta de colcichina es muy tóxica (en muy pequeñas cantidades se puede usar contra la gota), pero si consumimos marihuana tratada con ella no pasará nada. La podemos utilizar de forma casera solamente machacando bulbos de azafrán de otoño. Más tarde, tendremos que añadir agua a lo machadado y filtrarlo con papel. Por último, nos quedará introducir las semillas en el líquido resultante hasta que comiencen a germinar.

Ya que la colchicina también se administra a pacientes con gota, hay cultivadores que sugieren comprar pastillas con este alcaloide. En el supuesto de que cada pastilla contenga 6 mg de este químico, habría que añadir diez de estas por cada 20 ml de agua y poner en remojo nuestras variedades.

Eso sí, hay que ser conscientes de algo: ni todas las semillas germinarán ni todas se convertirán en plantas tetraploides. Aquí entra en juego el factor suerte, que tiene que ver tanto con el tiempo que han estado en la mezcla como con la proporción de agua y colchicina que había. 

Otra opción es hacer germinar las semillas sin hacerlas pasar por el agua y la colchicina y, una vez que las plántulas se hayan desarrollado, sumergir la raíz en esta mezcla durante unas horas. Algunos expertos han concluido que, en este caso, la concentración de colchicina debería ser del 0,5 % y las plántulas deberían estar en ella durante tres horas.

Elijamos uno u otro método, y a no ser que tengamos un laboratorio o vayamos a él y hagamos una citometría de flujo, solo sabremos si tenemos una planta poliploide cuando esta comience a desarrollarse y veamos algunos de sus nuevos signos externos, como tallos más gruesos y mayor número de hojas, más grandes y muy desiguales que conforme crecen recuperan la forma habitual.

Como ya hemos comtenado, puede dar la sensación de que estas hojas están deformadas. En principio, no debemos preocuparnos por el aspecto, aunque parezca que la planta esté enferma. No obstante, por aquello de que más vale prevenir que curar, debemos extremar las medidas de precaución si detectamos el más mínimo indicio de una plaga. Que sean poliploides las cepas no quiere decir que sean inmunes a agentes externos. 

Poliploidismo por accidente

El poliploidismo también se puede presentarse sin avisar. Los ‘breeders’ están polinizando semillas y sin saberlo se cruza un polen diploide de un macho tetraploide, cuyo aspecto no levanta sospechas de ‘gigantismo’. También, si estamos induciendo las plantas al estrés por cualquier motivo y la diosa fortuna está de nuestra parte, podremos llevarnos una muy agradable sorpresa.

Como decíamos, tener una planta poliploide no quiere decir que sus descendientes vayan a heredar las mismas cualidades: al fin y al cabo, es una mutación y no una manipulación genética. Por ello, o confiamos en la colchicina o apostamos todo a la suerte. ¡Buen cultivo!

Fuente La Mota