Considerado por muchos cannabicultores un problema a evitar a toda costa, el espigamiento o ‘stretch’ entraña ciertos riesgos para el cultivo de marihuana.
Al aumentar la distancia internodal, puede ocurrir que sus rendimientos disminuyan, que se produzcan menos flores y, claro está, que quede más indefensa ante posibles inclemencias meteorológicas.
Eso sí, debemos tener en cuenta que existen circunstancias y climas en los que el espigamiento de las plantas puede ser beneficioso.
Poco importa que nuestro cultivo esté situado en un lugar interior o exterior: debemos cuidar hasta el más mínimo detalle de todo lo que tiene que ver con nuestras plantas de marihuana o, ya sea antes o después, acabará por aparecer alguna circunstancia que nos obligue a recalcular y tomar medidas.
Una de ellas puede ser el espigamiento o ‘stretch’, que provoca un crecimiento vertical vertiginoso de las cepas que nos provoque más de un dolor de cabeza si queremos que la cosecha salga adelante en condiciones óptimas.
Son pocos los cannabicultores que consideran algo positivo el espigamiento de las plantas. Salvo aquellos que tienen sus cultivos en climas húmedos y lluviosos, donde puede llegar a ser una ventaja al dejar más abierta la estructura de la cepa y reducir así las posibilidades de caer en las garras de algún hongo, el resto de agricultores de cannabis prefieren no tener que vérselas con un espigamiento de sus plantas.
Por todo ello, conviene tomar medidas para evitar que un contratiempo así nos obligue a invertir más tiempo del que habíamos establecido en el cultivo y, lo que es aún peor, que acabe por afectar a nuestra producción.
Elección adecuada de las variedades
Es la primera y más importante decisión que debemos tomar, puesto que existen genéticas más propensas a desarrollar este crecimiento vertical que tan pernicioso puede ser para nuestro cultivo. Por esto mismo debemos saber que, por regla general, las semillas de cannabis con predominancia Indica no suelen sufrir un espigamiento tan pronunciado como aquellas otras de predominancia Sativa.
Aunque, como en todo, existen excepciones; sin ir más lejos, la popular OG KUSH, pese a tener una genética mayormente Indica, es propensa a desarrollar ‘stretch’ durante las primeras semanas de floración, hasta el punto de que puede ser necesario recurrir a mallas o tutores para poder soportar las ramas.
Esto no quiere decir que descartemos de base las semillas Sativas, ni mucho menos, sino que debemos entender muy bien cuál es el espacio de cultivo para que la variedad de marihuana que escojamos se adapte de la mejor forma posible. Y en caso de elegir distintas genéticas, hemos de seleccionar algunas que tengan características similares, tanto en su crecimiento como en su floración. Solo así, entre otras cosas, podremos sacar el máximo partido a nuestras lámparas de cultivo.
Espectro de la luz
Una práctica muy extendida entre muchos cultivadores que se decantan por cultivos ‘indoor’ es el uso de lámparas de sodio durante toda la floración. El principal motivo es que estos sistemas están diseñados para producir un espectro de luz cálido que trata de replicar la luz solar propia del otoño. Sin embargo, este tipo de iluminación provoca espigamientos, más que las luces con un espectro azul y frío, como por ejemplo la que desprenden los halogenuros metálicos.
Por esto mismo, resulta conveniente utilizar estos últimos en la fase de crecimiento así como en la fase de prefloración, puesto que provoca que la distancia internodal sea más corta e impide así que se produzca el espigamiento.
De este modo, y ya que las luces de espectro cálido son más favorables para el crecimiento de nuestras plantas, es conveniente utilizar los halogenuros metálicos para frenar el ‘stretch’ y, una vez que la floración esté avanzada, a las 2 o 3 semanas, podremos sustituirlos por las lámparas de sodio. Estos mismos parámetros podemos aplicarlos en caso de utilizar luces led en nuestros cultivos de interior.
Optimizar la iluminación
Ya sea en interior o en exterior, es por todos sabido que si las plantas, en su condición de seres vivos, no tienen la luz necesaria para sobrevivir y alimentarse, van a ir a buscarla. Si nosotros surtimos a nuestras plantas de la luminosidad suficiente no tendrán necesidad ninguna de ir a por ella ni mucho menos de espigarse para alcanzarla. Si las cepas tienen que estirarse para alcanzar el foco de luz, existe el riesgo de que desarrollen largos tallos y escaso follaje.
Para ello existen dos puntos claves. En primer lugar, no colocar demasiadas plantas de marihuana en nuestro espacio de cultivo. Si colocamos demasiadas, la luz se desaprovechará y crecerán luchando unas contra otras por hacerse con más luz. En segundo lugar, utilizar lámparas cuya potencia y situación se adapten a nuestro cultivo. Aquí también deberemos estar al tanto de cuál es la potencia y el tipo de luz que mejor toleran las semillas de cannabis que estamos cultivando, así como otros factores tales como la exposición lumínica o la temperatura.
La temperatura y la ventilación, grandes aliados
En cuanto al primero de estos factores, la cuestión es sencilla: si existe mucha diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas, las plantas de nuestro jardín producirán más giberelina, que provoca un espigamiento de las cepas.
En este sentido, existen estudios que han demostrado que el espigamiento se produce en las primeras horas de la mañana, por lo que si conseguimos un descenso de las temperaturas de nuestro cultivo interior en las 2 o 3 primeras horas de iluminación y a lo largo de las primeras semanas de floración, el riesgo de espigamiento se reducirá notablemente.
Respecto a la ventilación, una recomendación que suelen dar los más experimentados cultivadores es utilizar ventiladores oscilantes junto con el extractor de aire. El viento que generen acabará por fortalecer las ramas de las plantas, que serán más resistentes y fuertes ante posibles adversidades, al tiempo que el crecimiento general de todas las cepas será más compacto.
El tiempo de fotoperiodo de crecimiento
Un momento clave en todo cultivo de cannabis es también fundamental para determinar si nuestras planas desarrollarán o no espigamiento. Se trata del paso del fotoperiodo de crecimiento al de floración, que puede resultar nefasto si no se ejecuta correctamente. Si sabemos que las variedades que vamos a cultivar tienden a espigarse, entonces deberemos cambiar el fotoperiodo antes de lo previsto. Esto nos llevará a sacar más partido al espacio de cultivo, tanto en su superficie plana como en su altura.
Por último, debemos tener en cuenta que el espigamiento provoca que nuestras plantas consuman una gran cantidad de nutrientes y de agua. Así que, en caso de que notemos los primero indicios de ‘stretch’, sería aconsejable reducir el aporte de nitrógeno y de fósforo, sobre todo, así como la frecuencia de los riegos.
Tampoco debemos olvidar que existen métodos como el SCROG que, mediante mallas, permiten controlar la altura de las plantas al tiempo que maximizamos su producción.